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12/02/2019

Avanza la agricultura en el corazón del Chaco

El Grupo GPSA y Arrozal mostraron los trabajos que llevan adelante para desarrollar el cultivo de arroz en suelo chaqueño, en una jornada técnica que se realizó el pasado 25 de enero en la estancia 7 Puntas, ubicada en el departamento de Presidente Hayes. Productores, representantes de diversas empresas privadas, y autoridades del sector público fueron parte del evento.

Esta es la segunda zafra de arroz en la estancia 7 Puntas, donde el año pasado GPSA vio los primeros frutos de un proyecto a largo plazo y al que apunta con mucha fuerza. Para llevar adelante el desarrollo agrícola en una zona inédita para la agricultura y más relacionada a la cría de ganado vacuno, el grupo empresarial decidió orientar una fuerte inversión con el objetivo de generar un gran impacto económico en la zona. Además entabló una alianza con Arrozal S.A., firma de amplia trayectoria y especializada en el cultivo del cereal.

Actualmente, la producción de arroz en suelo chaqueño es una realidad, con rendimientos que superan el promedio obtenido en la Región Oriental. El proyecto cuenta con el asesoramiento técnico del Ing. Agr. Héctor Ramírez, directivo de la empresa Arrozal S.A., quien lideró la ejecución de la obra. Es importante recordar que un trabajo de ingeniería logró adecuar el suelo de la estancia 7 Puntas y su alimentación hidrográfica a través del Río Paraguay. Además, antes de iniciar los trabajos se analizó la preservación de la fauna y la flora del lugar. Si bien el proyecto inició hace varios años, con los estudios de factibilidad realizados por consultoras internacionales y la obtención de los permisos requeridos, las primeras 800 hectáreas de arroz fueron sembradas durante el 2017 y cosechadas en el 2018. Para la zafra 2018 – 2019 se habilitaron 1.000 hectáreas más. El plan original contempla una expansión anual de 2.000 hectáreas, hasta llegar a una superficie de 10.000 hectáreas destinadas al cultivo del cereal.

Las características del clima de la región, la estabilidad del
Río Paraguay para el riego, y la infraestructura instalada por GPSA para trabajar con el arroz son algunos de los factores que pueden determinar el éxito de esta iniciativa. Al sumarse la mano de obra calificada se puede esperar el desarrollo de esta zona del Chaco, y su transformación en un importante productor de alimentos.

Graciano Pereira, presidente del Grupo GPSA, destacó la importancia del proyecto para esta región del país, por la generación de mano de obra que implica un emprendimiento de esta envergadura. “Estamos muy motivados, porque de esta forma estamos generando mano de obra. Esta región necesita proyectos que puedan dar inicio a un nuevo polo de desarrollo sostenible. Hay mucha gente pendiente y prendida a la cadena de trabajo que estamos llevando adelante”, expresó.

La producción de arroz del establecimiento es comercializada en molinos ubicados en el estado brasilero de Mato Grosso del Sur. Igualmente, la empresa apunta a exportar a otros mercados y no depender exclusivamente de un solo destino. “Nosotros estamos mirando hacia el futuro. La producción de arroz irá creciendo en el país, y el consumo crece a nivel mundial. Por eso nos embarcamos en este proyecto, mirando a largo plazo”, explicó.

El emprendimiento iniciado por GPSA puede transformarse en un modelo para otros productores de la Región Occidental. Con el desarrollo, las investigaciones e inversiones realizadas, la empresa pretende que otros ganaderos de la zona vean a la producción de arroz como una alternativa viable. “Están interesados en saber cómo va nuestro proyecto, para que ellos puedan replicar en sus respectivos establecimientos”.

Ajustes para llegar al objetivo. El Ing. Agr. Héctor Ramírez, una de las voces más autorizadas en Paraguay para hablar sobre el cultivo de arroz, señaló que el primer año en 7 Puntas fue aprovechado para observar qué ajustes son necesarios para la producción. “Los que estamos dedicados a la agricultura sabemos muy bien que son varios los factores que se pueden presentar en el proceso, y que se requieren ajustes para obtener los resultados que uno espera”.

Los rendimientos logrados durante el primer año de arroz fueron satisfactorios, y las primeras cosechas del 2019 generan aún más entusiasmo. Ramírez mencionó un paralelismo con los inicios de la producción de arroz en la cuenca del Río Tebicuary, entre el 2002 y 2003. “Creo que en ese tiempo no había más de 300 hectáreas de arroz, y hoy debe estar rondando por las 60.000 hectáreas. Habíamos iniciado con incertidumbre, y actualmente estamos cosechando éxitos con las empresas que están presentes en esa zona. Creemos, con total certeza, que este proyecto lo sacaremos adelante y vamos a crear un nuevo polo de desarrollo para nuestra gente”, sostuvo.

Antes de iniciar el recorrido por las parcelas, el investigador señaló que el objetivo de la jornada es mostrar el campo, analizar el potencial que ofrece y las dificultades que se encuentran en el lugar. Señaló que, en muchos casos, pueden tener las condiciones agronómicas y técnicas para producir, pero se presentan otro tipo de dificultades por estar alejados de ciertas facilidades que requiere la producción.

Recorrido por las parcelas. Durante el recorrido se mostró el desarrollo del cultivo, con parcelas en fase inicial y otras listas para ser cosechadas. La jornada incluyó cuatro paradas. En cada una, los participantes recibieron el detalle de los trabajos desarrollados en el lugar. Igualmente, tuvieron oportunidad para realizar consultas a los responsables del proyecto. “Decidimos presentar cuatro paradas principales, para ver diferentes estadios del arroz”, explicó Fabián Pereira, director comercial de GPSA.

En la primera parada explicaron la implantación del arroz, en una superficie con cultivos de 20 a 30 días de desarrollo. En la segunda estación se dio a conocer los cuidados agronómicos realizados, en una parcela con poco más de 60 días. Posteriormente, los visitantes fueron dirigidos para observar la cosecha. El recorrido culminó en el silo, donde comentaron sobre las dificultades para construir sobre el suelo de la zona.

El Ing. Agr. Martín Pereira, gerente de producción agrícola de GPSA, señaló que el grupo empresarial tuvo que invertir en la preparación de caminos para el ingreso a la propiedad, ya que anteriormente el acceso solo era posible por vía fluvial. La firma además invirtió para que la distribución de energía eléctrica llegue hasta el lugar, que es un insumo indispensable para la producción de arroz.

Con respecto a la implantación, el Ing. Héctor Ramírez señaló que lo importante es el establecimiento del cultivo. Es decir, colocar cada planta en su lugar. Al trabajar en campos bajos, fácilmente inundables, la siembra representa dificultades. Primeramente se debe eliminar el micro relieve del terreno para poder drenar en el momento adecuado, explicó.

Si bien se tenía previsto llegar a las 2.000 hectáreas desarrolladas para esta zafra, finalmente se pudo alcanzar 1.800 hectáreas. La primera siembra se realizó del 23 de agosto al 12 de setiembre, en un área que al momento de la jornada se encontraba en plena cosecha. Posteriormente ya no se logró ingresar con sembradoras a las demás parcelas, debido a las lluvias que cayeron en forma intensa. Ramírez mencionó que en solo 15 días registraron 450 milímetros de agua.

En las parcelas en las que no se pudo ingresar con sembradoras, se decidió avanzar con el cultivo al voleo. “En el cultivo de arroz lo que vale es el tiempo. Es cuando tenemos que poner sobre la balanza ambas cosas: plantar con máquina fuera de época o sembrar en su época. Nosotros sembramos el 50% al voleo para no salir de la época”, comentó.

Una de las dificultades del sistema de producción es la recepción del arroz y el secado. Por eso se trata de distribuir la siembra, de modo a repartir también los momentos de cosecha “Nosotros hubiésemos sembrado todo entre agosto y setiembre, que sabemos que es la mejor época para sembrar. Pero, cómo recibo todo ese arroz. Es necesario distribuir un poco”, señaló.

En la segunda parada se explicó los trabajos defensivos realizados. Ramírez comentó que los controles son llevados a cabo posterior al monitoreo de las parcelas. Es decir, no se realiza ningún tipo de aplicación por calendario, tanto para el manejo de malezas, plagas y enfermedades.

Para el control de Pyricualia, que es la principal enfermedad que afecta al arroz, en hoja se empleó el fungicida Triciclazol, y en floración se utilizó el producto Priori Xtra. En lo referente a plagas, principalmente el chinche, Ramírez explicó que buscan controlar en la fase inicial, para lo que aplican una combinación de productos muy efectiva.

En la tercera parada, los participantes pudieron presenciar la cosecha de arroz en suelo chaqueño. Ramírez mencionó que iniciaron los trabajos de colecta el pasado 7 de enero, con tres máquinas. En esta fase del cultivo es importante tener en cuenta el punto de humedad ideal, que se encuentra entre 23% y 24%, explicó. “A medida que se cosecha, estamos incorporando la paja al terreno. Esperamos también meter animales para poder hacer casi el mismo trabajo, es decir, incorporar al suelo los residuos de la cosecha”.

El recorrido culminó en el silo, donde el Ing. José Franco, de la empresa Delta Ingeniería, dio detalles sobre el proceso de construcción de la estructura de almacenaje. Mencionó que construir en el Chaco es un desafío, por el tipo de suelo y las condiciones climáticas principalmente. El terreno contiene una película muy fina a la que se denomina limo, que ante la presencia de agua desaparece, explicó. “Cuando uno construye sobre este tipo de suelo, lo más importante que tenemos que saber es que no debemos meternos a pelear con el agua”, expresó.

Participantes posan al final de jornada.

A pesar de las condiciones mencionadas, el silo se construyó en tiempo récord. Todo el trabajo fue desarrollado por paraguayos, con cálculos, construcciones y soluciones locales, manifestó.

Potencial del Chaco. El desarrollo agrícola del Chaco es una realidad. Durante la jornada técnica se pudo comprobar que es posible producir arroz, con calidad y rendimiento excelentes. Para GPSA, 7 Puntas es considerada como una unidad productiva muy buena, señaló Fabián Pereira. Con el manejo adecuado se puede llegar a producir de 10.500 a 12.500 kilogramos por hectárea, mencionó. “Hoy estamos cosechando 12.500 kilogramos por hectárea en chacra. Esto demuestra que el Chaco tiene ese potencial productivo, existe la capacidad para producir”.

Para esta zafra la empresa sembró arroz en 1.800 hectáreas. Los responsables del proyecto pudieron sistematizar las parcelas, para permitir que el agua llegue a toda la superficie. Pereira recordó que estos campos eran totalmente inundables, situación que se logró manejar con la sistematización. Incluso se pudo habilitar alrededor de 50 kilómetros de camino, que llega a la Ruta N° 5.

La producción de arroz puede ser una opción para el ganadero chaqueño de esta zona, ya que actualmente sus campos no generan gran rentabilidad por la escasa carga animal que permite. “La producción de arroz es muy viable. Solo hace falta una política del Estado para habilitar caminos y hacer llegar la energía eléctrica a ciertos campos que hoy tienen. Sin energía eléctrica no se puede desarrollar”, señaló.

Con la sistematización de las parcelas se logró aprovechar el agua que requiere el arroz para su desarrollo. El excedente de agua regresa a los canales principales y vuelve al Río Paraguay. De esta forma se emplea solamente lo necesario, que es una capa de 10 a 15 centímetros. “Cuando los campos eran inundables, el agua llegaba a dos metros”, expresó.

Otra de las ventajas que ofrece el Chaco para la producción de arroz es la luminosidad, factor indispensable para el desarrollo de este cultivo. Por otra parte, requiere un clima caluroso y húmedo para germinar, condiciones que se encuentran en la región.

GPSA destinó una fuerte inversión a este proyecto, por lo que actualmente es posible apostar a la producción de arroz en 7 Puntas. Además de la sistematización de las parcelas, la habilitación de caminos, y la distribución de energía eléctrica, la empresa montó un silo con una capacidad de almacenamiento cercana a las 15.000 toneladas de granos, lo que les permite manejar prácticamente el 100% de su producción actual. La firma proyecta la instalación de un molino, con el objetivo de procesar el cereal en el lugar y sacar al mercado arroz blanco.

El director comercial de GPSA sostuvo que se debe mirar a la agricultura como herramienta de desarrollo. Mencionó ejemplos de comunidades que pudieron crecer con la expansión agrícola, como fue el caso de Santa Rita o J. Eulogio Estigarribia. En contrapartida, ciudades en las que no prosperó o no llegó esta actividad se muestran con mucho menor dinamismo. “La agricultura genera flujo constante y fuerte. Hay que mirarle a la agricultura con cariño, fomentarla”, manifestó.

Productividad en 7 Puntas. Las primeras parcelas cosechadas en el establecimiento arrojaron un rendimiento superior al que se obtuvo el año pasado. El Ing. Héctor Ramírez adelantó que probablemente cierren con un promedio de 10.000 kilogramos por hectárea o incluso superior, de arroz limpio y seco. Faltan aún otras áreas por colectar, que en el momento de la jornada se encontraban en fase vegetativa, para tener una media general de las 1.800 hectáreas. Sin embargo, el técnico señaló que es muy difícil que se llegue a los números de las primeras cosechas, ya que la siembra fue tardía y la calidad de cultivo no fue la ideal. “El año pasado cerramos con un promedio general de 8.700 kilogramos por hectárea. Creo que este año podemos mantener ese promedio, ya que la alta productividad que me dio este primer lote va a compensar lo que pueda bajar el otro lote”.

El técnico mencionó que es posible mejorar el rendimiento, si se realizan todos los procedimientos en las condiciones adecuadas. En ese sentido señaló que tuvieron bastantes dificultades en la distribución de plantas y fertilizantes. El costo de producción en 7 Puntas se encuentra entre 1.400 y 1.450 dólares por hectárea, señaló. El precio del arroz es el factor que determina el punto de equilibrio. “Si está a 200 dólares por tonelada, tenemos que llegar a una producción promedio de 7.000 kilogramos por hectárea para compensar”.

La rotación será de gran importancia para la sostenibilidad del área. El técnico señaló que la soja podría entrar para corregir algunos problemas que se tienen en el suelo, además de aprovechar la estructura que ya se encuentra disponible.

Investigación. Además de haber iniciado con la producción comercial de arroz, la empresa Arrozal lleva adelante un trabajo de investigación que tiene por objetivo buscar los ajustes tecnológicos de manejo del cultivo. Ramírez mencionó que tienen ensayos con fertilización, y pruebas de productos para el control de plagas y enfermedades.

Por otra parte, en este establecimiento se realizan ensayos para el registro de nuevas variedades de las líneas introducidas por Arrozal hace 5 a 6 años. Esta es una de las regiones en la que se ejecutan las evaluaciones de los materiales, además de Misiones e Itapuá. “Son tres regiones, que exige como mínimo las normativas para el registro de variedades”, comentó.

Arrozal cuenta con materiales del Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT), del Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR), y de la firma Adecoagro. Estas son las tres fuentes de introducción de líneas para la obtención de variedades nacionales.

En la selección se busca características agronómicas, como el ciclo de la planta, la resistencia al vuelco, y la producción superior a la variedad que actualmente se emplea a nivel local. También se tiene en cuenta la calidad industrial del grano, donde el parámetro es lo que busca el mercado internacional. “Buscamos rendimiento, calidad industrial, y calidad culinaria”, sintetizó.