Autores
Andrés D. Sanabria Velázquez
Centro de Desarrollo e Innovación Tecnológica, Hohenau, Itapúa, Paraguay
Department of Entomology and Plant Pathology, North Carolina State University, Raleigh, NC 27695
asanabriavelazquez@gmail.com
Guillermo A. Enciso Maldonado
Centro de Desarrollo e Innovación Tecnológica, Hohenau, Itapúa, Paraguay
Instituto de Horticultura, Universidad Autónoma Chapingo, Texcoco, México, CP 56230
gui77eenciso@hotmail.com
Marco Maidana Ojeda
Centro de Desarrollo e Innovación Tecnológica, Hohenau, Itapúa, Paraguay
Revisores
Alicia Susana Aquino Jara
Ex-Docente Investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Asuncón, San Lorenzo, Central, Paraguay
aliciaquino@gmail.com
Marcelo Arango Marin
Facultad de Ciencias Quimicas. Universidad Nacional de Asuncion, San Lorenzo, Central, Paraguay
colomark@hotmail.com
Resumen
La presente comunicación expone la situación de los productores hortícolas paraguayos después de que se hayan cerrado las fronteras en el Paraguay para prevenir nuevos casos de COVID-19, causado por el virus SARS-CoV-2. El cierre de fronteras provocó un desequilibrio en el precio de las hortalizas en algunos puntos del país, debido a la menor oferta del producto, exponiendo las limitaciones de la producción hortícola en el Paraguay. Además, se presentan las principales medidas para minimizar los efectos del SARs-CoV-2 que deben tomar los horticultores y personas involucradas en la cadena de valor durante la pandemia.
_ Palabras clave: Horticultura, Pandemia 2020, COVID-19, Paraguay.
Impacto del COVID-19 sobre la producción hortícola en Paraguay

Los coronavirus son un grupo de virus conocidos por causar enfermedades respiratorias como el resfriado común, pero también pandemias relativamente recientes como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) (reportado por primera vez en Foshan, Guangdong, China en noviembre de 2002) y Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) (reportado por primera vez en Arabia Saudita en 2012), que en ambos casos se transmitieron inicialmente de animales salvajes a seres humanos (Otter et al., 2016). Ahora una nueva pandemia nombrada por los expertos en salud como COVID-19 es causada por un nuevo virus conocido como “Severe Acute Respiratory Syndrome Coronavirus 2” SARS-CoV-2 (reportado por primera vez en Wuhan, China 31 Diciembre 2019), también un miembro de la familia coronavirus (Betacoronavirus). Los síntomas de COVID-19 incluyen tos seca, fiebre, dificultad respiratoria que van de leve a gravee incluso pueden derivar en la muerte, según la Organización Mundial de la Salud (World Health Organization, 2020).
Las medidas para frenar el aumento de infectados por el SARS2-CoV-2 provocaron cambios en la rutina diaria de la población paraguaya, los restaurantes cerraron sus puertas al público y ofrecieron servicios de entrega a domicilio, y a excepción de farmacias y supermercados, los productos y servicios menos indispensables fueron interrumpidos. Sin embargo, los agricultores y los trabajadores relacionados a la producción de alimentos no detuvieron sus actividades.
A mediados de marzo, el gobierno de Paraguay cerró fronteras e inició estrictos controles en las mismas, permitiendo el ingreso de paraguayos, extranjeros residentes, diplomáticos y miembros de organizaciones internacionales y el paso de camiones con mercaderías. El cierre de fronteras redujo el ingreso de un gran volumen de productos hortícolas por contrabando, debido al estricto control que se inició, provocando un desequilibrio en el precio de las hortalizas en algunos puntos del país, debido a la menor oferta del producto (Khan, Fahad, & Faisal, 2020). Según Paredes de Maldonado (2008), el porcentaje anual del autoabastecimiento de las principales hortalizas en Paraguay es menor al 50%, y que en las épocas de baja producción la oferta depende en gran medida de las importaciones que provienen principalmente de Argentina y Brasil.
Según un trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas – Universidad Nacional del Este en conjunto con la Universidade Federal da Integração Latino Americana y Centro de Pesquisas Econômicas e Aplicadas (Cepecon), en Ciudad del Este, los precios de hortalizas en los supermercados mostraron un incremento a finales de marzo, durante los primeros 15 días de cuarentena. El precio de las frutas aumentó 16,5% y el de las hortalizas y legumbres 15,79%. Las hortalizas con mayor incremento fueron la cebolla de cabeza con 31%, la zanahoria con 30,2%, el repollo blanco con 30,7% y la papa con 23,5%, mientras que entre las frutas la banana karapé aumentó su precio en 31%, el limón en 15,7% y la piña en 10,7% (Kawamura et al., 2020).
Para comprender mejor el impacto de la pandemia en la producción hortícola, se establecieron comunicaciones personales con los productores de hortalizas en Paraguay. Se les preguntó si percibieron variación en los precios de venta en finca y si existió variación en su volumen de venta. A estas dos interrogantes, los productores manifestaron diferentes posturas. Los productores expresaron que son incapaces de abastecer la demanda debido a que no realizan una producción continua, y vendieron el total de su producción. En los Departamentos de Alto Paraná e Itapúa los productores manifestaron que los precios de venta de hortalizas en finca incrementaron entre 20 a 40% para tomates y locote, respectivamente. Además, manifiestan que los acopiadores intermediarios no discriminaron la calidad del producto y compraron todo el producto que pueda existir en la finca, cuando normalmente, compran los productos de mayor calidad. Por otro lado, productores de San Pedro manifestaron que no hubo variación de precio, y que normalmente los meses de marzo-abril son épocas de buenos precios. En Gran Asunción también se percibió un aumento del precio de las hortalizas.
Existen productores que proveen directamente a restaurantes o comedores, y que el cierre de estos provocó la escasa venta de hortalizas. Una opinión común entre varios agricultores es que los principales beneficiarios de este fenómeno son los intermediarios y supermercados debido a que aprovechan la baja oferta para aumentar los precios.
Otra preocupación relacionada a la producción y comercialización de alimentos durante la pandemia es la inocuidad de los mismos. Es seguro consumir hortalizas u otros alimentos producidos por agricultores paraguayos durante esta pandemia? Inclusive en condiciones de cuarentena la población debe consumir alimentos y la producción debe continuar. Sin embargo, deben tomarse en consideración ciertas medidas que permitan a los agricultures seguir produciendo y a los consumidores adquirir estos productos de forma segura.

La transmisión del SARS-CoV-2 a través del consumo de hortalizas es poco probable
Como otros coronavirus, SARS-CoV-2 se transmite principalmente de persona a persona cuando un infectado tose o estornuda y las microgotas respiratorias llegan directamente a la nariz, boca u ojos de una persona sana. Del mismo modo, el virus también se puede adquirir tocando la superficie contaminada y luego haciendo contacto con la mucosa (introducida a través de la boca, nariz u ojos) (Kampf, Todt, Pfaender, & Steinmann, 2020) (Figura 1). Investigaciones previas sobre otras enfermedades causadas por coronavirus como SARS y MERS sugieren que la transmisión de SARS-CoV-2 a través del consumo de alimentos presenta una baja probabilidad (Otter et al., 2016). Actualmente no hay informes científicos sobre la contaminación de productos hortícolas con SARS-CoV-2 por personas infectadas (asintomáticas o no) que hayan trabajado en granjas agrícolas.
Es poco probable que las personas se enfermen por comer hortalizas contaminadas con el virus. Este escenario es mucho más improbable que los modos de transmisión típicos que se discuten con respecto a COVID-19 (Rothan & Byrareddy, 2020). La ingestión de alimentos contaminados con SARS-CoV-2 no resulta en la infección del SARS-CoV-2 debido a que no cuenta con la maquinaria adecuada requeriendo receptores específicos para iniciar la infección los cuales se encuentran principalmente en la mucosa del tejido respiratorio (Wan, Shang, Graham, Baric, & Li, 2020)a novel coronavirus (2019-nCoV. El mayor riesgo de COVID-19 proviene de estar físicamente cerca de una persona que porta el virus y puede transmitirlos a través de microgotas de fluidos cuando tose o estornuda.
El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) (https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-nCoV/index.html) y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) (https://www.usda.gov/coronavirus) no conocen ningún reporte de infecciones de COVID-19 transmitidas por alimentos o envases de mercancías importadas. Investigaciones previas sobre otros virus respiratorios similares indican que los canales de distribución de alimentos, como las tiendas de comestibles o mercados de hortalizas, sean puntos críticos de transmisión del virus por alimentos (Otter et al., 2016). Sin embargo, al manipular o preparar alimentos, es esencial seguir buenas prácticas de higiene como el lavado correcto y frecuente de las manos y las superficies donde se almacenan los alimentos, separando la carne cruda de otros alimentos, cocinando a la temperatura adecuada y refrigerando los alimentos en el menor tiempo posible.
El riesgo de transmisión de este tipo de virus, a través del consumo de hortalizas, es muy bajo, pero sería todavía menor si la manipulación de envases de alimentos va acompañada del lavado y desinfección de manos y sean implementados rigurosamente en las granjas y mercados (Yépiz-Gómez, Gerba, & Bright, 2013) Además, el número de puntos de contacto debe reducirse durante el transporte de los productos y la entrega a los restaurantes/comedores, y dentro de ellos entre los cocineros y los clientes. Para minimizar el riesgo de transmisión de la enfermedad, programas de delivery sin opciones de interacción podrían ser implementados.

Producción de hortalizas durante la pandemia COVID-19
Para garantizar el menor riesgo de contagio entre los productores hortícolas, debe elaborarse y mantenerse una política de salud en las granjas para los trabajadores mediante procedimientos claros que faciliten el aislamiento, la vigilancia de la salud de los trabajadores y la concesión de permisos por enfermedad. Estas políticas deben ser claras y rigurosas incluyendo que los trabajadores con fiebre no deben presentarse al trabajo y deben aislarse durante al menos dos semanas. De ser posible, controlar la temperatura del trabajador a intervalos específicos durante el día (World Health Organization, 2020).
En el lugar de trabajo se debe requerir un lavado de manos frecuente y correcto con agua y jabón, y proporcionar un desinfectante de manos a base de alcohol con al menos 70%. De ser posible proporcionar estaciones de lavado de manos adicionales y mantenerlos completamente abastecidos con productos de higiene (Bell et al., 2006).
Las máscaras protegen a las personas sanas de adquirir la enfermedad, estas previenen la propagación del virus por personas enfermas, y pueden ser una alternativa adicional junto con prácticas como estornudar en el codo para limitar la dispersión de las microgotas al ambiente (Weinstein, Bridges, Kuehnert, & Hall, 2003). Dado que las máscaras con un nivel de filtrado N95 son escasas y si son priorizadas para el uso de los trabajadores de la salud, otros tipos de máscaras se pueden utilizar para cubrir la boca y la nariz de los trabajadores cuando estén en el invernadero o lugares cerrados. La ropa debe ser lavada al final de cada día de trabajo y usar ropa limpia para trabajar en caso de que el virus llegue a contaminar su superficie (Warnes, Little, & Keevil, 2015).
El equipo de protección personal debe utilizarse mientras se realizan actividades con más de una persona. El equipo aceptable incluye máscaras de tela doble capa u otros tejidos que permitan contener la microgotas al estornudar o toser, gafas de seguridad, protectores faciales y otros que evitarán el contacto directo con la boca, los ojos y la nariz (Casanova, Rutala, Weber, & Sobsey, 2010). También utilizar guantes y botas de goma reutilizables que se puedan limpiar y desinfectar después de su uso.
Algunas estrategias que deben implementarse en la producción de hortalizas durante la actual pandemia COVID19 son las siguientes:
• Mantenga la distancia física. La probabilidad de una propagación exitosa del SARS-CoV-2 es mayor cuando muchas personas se reúnen en un solo lugar. Con el fin de evitar esto es necesario quedarse en casa y salir solo para realizar actividades estrictamente necesarias (Wilder-Smith & Freedman, 2020).
• Si el aislamiento social no es posible, para reducir el riesgo de transmisión en el lugar de trabajo se debe mantener una distancia mínima entre las personas de al menos 2 metros de manera a minimizar la dispersión de microgotas producidas al estornodar, toser o hablar (Figura 2) (Otter et al., 2016).
• Reducir el número de trabajadores en el invernadero y el campo, asegurándose de que tienen un espacio suficiente para separarlos por 2 o más metros (Wilder-Smith & Freedman, 2020). Limite el número de personas que viajan en un vehículo agrícola.
• Es probable que para mantener la productividad un alto número de trabajadores será necesario. Sin embargo, deben emplearse en lo posible estrategias para evitar que estornudos o tos dispersen la enfermedad tales como uso de mascarillas, y políticas de reposo obligatorio para personas con síntomas o casos positivos (Buheji, 2020). De ser posible también reduzca el número de personas que trabajan durante un turno. Debe aumentar el número de turnos por día, pero con menos trabajadores por turno.

Transporte y comercialización de hortalizas
Cuando se trata de transportar y vender las hortalizas cosechadas se deben aplicar prácticas de inocuidad para los alimentos agrícolas. Se debe tratar de evitar el uso de recipientes reutilizables hasta que la pandemia haya terminado, pero si no es posible, se deben limpiar y desinfectar las cajas y los vehículos utilizados para mover o transportar el producto (Yépiz-Gómez et al., 2013). Además, será fundamental informar a los clientes sobre todas las medidas y cambios en la manipulación de los productos. Es importante limitar el número de personas que manipulan el producto desde la cosecha hasta el mercado. El muestreo de productos debe suspenderse para minimizar los puntos de contacto. Los proveedores deben practicar la higiene de las manos, usar guantes al manipular dinero y artículos en los lugares de compra. También se debe limitar el volumen de personas en el mercado promoviendo sistemas de venta en los cuales los productos puedan ser reservados y recogidos luego en un punto de entrega. Los comerciantes de hortalizas deben comunicarse con los clientes a través de publicidad, redes sociales o boletines informativos y también los departamentos de salud de la zona a fin de dar a conocer las medidas tomadas y ante cualquier posible caso de COVID-19 (Shariatifar & Molaee-aghaee, 2019).
El lavado de manos es la mejor manera de prevenir enfermedades gracias a la capacidad de los jabones para degradar la cubierta lipídica del virus. Estaciones de lavado y/o desinfectante de manos son necesarias en las entradas de los mercados. También los gerentes de supermercados deben informar activamente sobre las medidas que está tomando el mercado para prevenir la propagación de enfermedades. Es esencial comunicar a los proveedores y los clientes que no ingresen al mercado si están mostrando síntomas de COVID-19 o han entrado en contacto con alguien que está enfermo. Los mercados deben trabajar de cerca con las autoridades de salud siguiendo las instrucciones del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social sobre limpieza y desinfección. También deben desarrollarse sistemas de alerta rápida que faciliten comunicar si una persona infectada con COVID-19 ha estado recientemente en el mercado (Buheji, 2020).

Conclusiones
La pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 provocó el cierre de fronteras como una de las medidas para mitigar su diseminación. El cierre de fronteras causó desequilibrio en la oferta de hortalizas debido a que se redujo su ingreso. Esta situación alteró los precios de venta en fincas de producción y en supermercados en algunos Departamentos del país, mientras que en otros no hubo diferencia. El principal problema para los productores, bajo esta situación, es no satisfacer la demanda debido a que no tienen la capacidad para producir de manera continua. Es poco probable que el consumo de hortalizas contribuya significativamente a la transmisión del virus SARS-CoV-2. Sin embargo, durante los siguientes meses deben implementarse estrategias que permitan la producción y comercialización segura de alimentos en las granjas y mercados paraguayos, respectivamente.