Notas Técnicas

23/12/2020

¿Cómo enfrentará la soja paraguaya la sequía 2020/2021? Los caminos a seguir

La soja [Glycine max (L.) Merr], es el cultivo anual de mayor importancia agrícola y económica del Paraguay. La superficie de siembra durante la campaña 2018/2019 había superado ampliamente las expectativas con una superficie cosechada de 3,5 millones de hectáreas y una producción de 8,5 millones de toneladas, colocando al Paraguay como el cuarto exportador y el sexto productor mundial de esta oleaginosa (Capeco, 2020). Las expectativas de producción de la campaña 2020/2021 están seriamente comprometidas debido al fenómeno “La Niña” que afecta de manera negativa el régimen de precipitaciones y consecuentemente provoca sequías.

Evaluación de variedades de soja en ambientes con diferentes disponibilidades hídricas. INTA Pergamino, Argentina.

Ante este escenario climático, se prevé una disminución de la producción global del cultivo debido a dos factores. El primero está asociado al atraso en la fecha de siembra debido a la falta de lluvias para implantar el cultivo. Las dos principales “ventanas de siembra” de la soja en Paraguay se extienden desde principios de setiembre hasta octubre inclusive y desde principios de enero hasta mediados de febrero para la “zafriña” o segunda zafra. Los mejores rendimientos se logran con la primera opción: fechas tempranas, que ubican el ciclo del cultivo cuando los recursos de radiación, temperatura y agua se encuentran en mayor disponibilidad, además se evita una mayor incidencia de enfermedades de final de ciclo y presión de insectos plagas. El segundo factor que compromete a la producción global del cultivo es la merma de rendimiento que se espera ante una falta de agua durante el ciclo, cuya magnitud dependerá de la oportunidad, duración e intensidad de la sequía. En los años de déficit hídrico se suelen registrar las deficiencias hídricas más fuertes. Aunque esto no siempre implica mermas elevadas de rendimiento (Figura 1), los efectos de la sequía han llegado a significar pérdidas hasta del 40% en los ciclos 2008-2009 y 2011-2012 respecto al rendimiento medio del período 1995-2019.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ing. Agr. Selva Avalos Brítez
Becaria del programa BECAL
Estudiante de Doctorado en Ciencias Agropecuarias
UBA. Argentina
selva.avalos@hotmail.com


El rendimiento del cultivo depende de varios factores, cuando se trabaja en condiciones de cultivo en secano (sin riego), con un correcto manejo sanitario y nutricional, se explora el rendimiento alcanzable limitado por agua. El rendimiento en estas condiciones estará en función a la cantidad de agua transpirada que representa (lo que realmente “consumió” el cultivo, sin incluir la evaporación desde el suelo), de la eficiencia en que utiliza este recurso para producir biomasa (eficiencia de uso del agua) y de la conversión de la biomasa en granos (conocido como índice de cosecha). Se ha observado diferencias entre grupos de madurez (GM) en cuanto al uso del agua, siendo la principal el mayor consumo de los GM largos debido a la mayor duración del ciclo del cultivo. 

La sequía afecta de manera diferencial en cada etapa del cultivo
_    Si las deficiencias hídricas ocurren en la implantación del cultivo, se observa disparidad en la emergencia, disminuyendo la densidad del cultivo, aunque esto puede ser compensado si mejoran las condiciones hídricas debido a la plasticidad de la soja para producir nuevas ramas y nudos.
_    Si el déficit hídrico ocurre en el periodo vegetativo se afecta tanto el número de hojas (principalmente por menor ramificación) como el tamaño de las mismas por menor expansión. Ambos procesos disminuyen la capacidad de interceptar radiación y por ende de producir biomasa. 
_    Es muy importante destacar que las mayores pérdidas que afectan el rendimiento debido a la sequía se observa en la etapa reproductiva R3 (inicio de formación de vainas) a R5 (llenado de granos) debido al aborto de vainas. Esto provoca la disminución del número final de granos, que se considera el principal determinante del rendimiento pues no suele ser compensado por las mejoras posteriores que pueda tener el peso individual de granos, que en soja se considera bastante “plástico” en comparación con los cereales.

¿Qué podemos hacer ante este escenario? ¿Cómo afrontarlo?
En ensayos realizados durante el Doctorado en Ciencias Agropecuarias que estoy cursando de la UBA (Universidad de Buenos Aires) con el grupo de Ecofisiología de Cultivos del INTA Pergamino-Argentina (33° 56’ S, 60° 33’ W), realicé experimentos a campo con el fin de encontrar diferencias en el consumo de agua (hasta 1,8 m de profundidad) entre las variedades más utilizadas en la zona núcleo de producción. Comparando variedades de distintos años de lanzamiento (desde 1980 al 2016), pude determinar que el mejoramiento genético no ha modificado el consumo total de agua disponible en el suelo pero sí su aprovechamiento para producir biomasa, siendo mayor en las variedades modernas. 

 

 

 

 

 

 

Parcela de soja a campo bajo estructuras removibles. 

En otro experimento a campo con sequía impuesta mediante mini-invernáculos a campo (Fotos 1 y 2) comparé genotipos con y sin tolerancia a la sequía, obtenidos mediante incorporación por transgénesis del gen HB04 del girasol a las variedades de soja. Pude establecer que esta tecnología otorga cierta tolerancia ante condiciones de sequía durante las etapas de fijación de vainas (R3 a R5) y llenado de granos. Así, esta tecnología permite una mayor estabilidad de rendimiento, evitando caídas fuertes en malos ambientes sin penalizar el potencial cuando las condiciones de crecimiento son favorables. El evento HB04 ha sido aprobado en Paraguay para evaluación en ensayos y posteriormente se espera liberar para el productor variedades modernas de GMs mejor adaptados a las condiciones del país. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vainas de soja en etapa de madurez fisiológica.


En Paraguay es necesario hacer más ensayos de evaluación de variedades orientados a detectar aquellas de comportamiento superior ante condiciones de deficiencias hídricas. Cuando los pronósticos de mediano-largo plazo indican una mayor probabilidad de ocurrencia de las mismas, como este año agrícola, debemos extremar esfuerzos para que el productor pueda contar con variedades mejor adaptadas. Además de los ensayos de valor de cultivo y uso (VCU) para liberar las variedades, es necesario conocer las respuestas de los genotipos actuales ante escenarios climáticos como el que se pronostica para el periodo 2020/2021. 
Considero que, ante estos sucesivos eventos de sequía en la región, se debe prestar especial interés al agua, realizando investigaciones que nos ayuden a entender cómo aumentar el rendimiento en condiciones de baja disponibilidad hídrica para desarrollar cultivares de soja de alto rendimiento y que utilicen el recurso hídrico de manera más eficiente. Es primordial encontrar variedades que se adapten mejor a nuestra zona en condiciones de sequía, no solo para ambientes considerados marginales como el Chaco, sino también para regiones consideradas de mayor potencial pero que pueden verse expuestas a deficiencias hídricas en años particulares. Para ello se requiere una urgente interacción en el área de investigación entre las instituciones públicas y del sector privado, que permita asistir a los productores en la toma de decisiones referidas al manejo de los cultivos.

Vainas de soja en etapa de madurez fisiológica.