Los molinos en Paraguay tienen la destacada tarea de brindar uno de los alimentos más nobles del ser humano como son los panificados, a lo que suman otro rubro demandado ampliamente por el consumidor local como son los fideos. En ese sentido, la industria harinera local entiende el compromiso de la constante adaptación a los desafíos, con nuevas inversiones y ampliaciones para satisfacer las necesidades internas.
Por ello, el equipo de Campo Agropecuario Multimedia visitó la planta industrial de la marca “Sol Blanca”, en J. E. Estigarribia (Caaguazú), una de las zonas más agroindustrializadas del país. En la ocasión, Karl Buhler, gerente general del molino, brindó las explicaciones. Indicó que existe una fuerte interacción con los socios de la Cooperativa Sommerfeld, productores de trigo, quienes en gran mayoría proveen la materia prima a la fábrica.
No obstante, atendiendo el volumen que procesa la planta, esa provisión se complementa con la compra de terceros. Sobre todo, porque en el 2021 se realizó una ampliación y modernización de la industria. “Estamos con una capacidad instalada de 320 toneladas de trigo por hora y el rendimiento industrial depende de la calidad del cereal, aunque por lo general está en torno al 74 %, la obtención de harina”.
El resto termina como afrecho, semolín o derivados integrales, igualmente muy demandando por panaderos y confiteros. Además, el molino respeta los ciclos del trigo cosechado, con un tiempo de reposo recomendado para que el proceso de obtención de harina sea el mejor. A esto la visión empresarial e innovadora hizo que “Sol Blanca” amplié sus horizontes hacia nuevos desafíos, por lo que incorporó la fabricación de fideos.
“Tenemos la línea de ‘cortado’, ‘spaghetti’, ‘cinta ancha’ y, como novedad, el fideo tallarín. Este todavía no producimos ‘a full’, porque estamos empezando y queremos avanzar paso a paso, que la gente conozca. En términos de procedimientos, requiere de una línea independiente, por lo que también estamos con un volumen pequeño. Lo bueno es que la gente está aceptando y eso permite seguir avanzando”.
Actualmente esta línea de tallarines opera para una producción de 200 kg por hora. “Es un producto que no se vende a gran volumen, pero es constante, siempre se pide, porque es muy tradicional. Realmente estamos muy satisfechos por poder contar con esta propuesta también para el consumidor nacional”. Otra apuesta importante fue la planta gastronómica, en el 2018 y la elaboración de galleta molida de gran distribución en todo el país.
“La planta gastronómica está en la ciudad y vemos como la gente a partir de eso mira diferente. Observan realmente el empeño, el ingenio de lo procesado, sumado a un manejo sanitario y transparente, porque tenemos un laboratorio a la vista para que el público vea y genere confianza en ellos de lo que representan nuestros productos”.
La inversión igualmente se dio en infraestructuras. Uno de los puntos fuertes de “Sol Blanca” es su red de sucursales. Buhler resaltó la renovación de hace un año y medio de la unidad en Minga Guazú (Alto Paraná). “Una instalación para todo el público de Ciudad del Este, Hernandarias y alrededores. Atendemos desde aquí con camiones grandes y tenemos una flota pequeña para esa zona”.
También resaltó la renovación hace un par de años de la sucursal en Capiatá, con una inversión que prácticamente significó tener una casa nueva. Actualmente siguen las tareas en la de Mariano Roque Alonso, pero ya está en fase final, con algunos detalles. Se amplió el depósito y se construyeron nuevos espacios que incluyen áreas de confort y para compartir entre los colaboradores, así como otras comodidades.
“Seguimos en renovación. Realmente en los últimos 8 o 9 años, cambiamos totalmente modernizamos, fachada, comodidad del personal. Eso se siente en el grupo, queremos que los colaboradores de ‘Sol Blanca’ también tengan esos espacios para estar mejor”. Otra inversión en el molino fue incluir nuevas tecnologías en el secador de granos, mejorando así la anterior, más tradicional y optimizando la calidad del producto.
“Estamos satisfechos de tener esa clientela buena a nivel país. Queremos proceder siempre con el mejor producto posible. Estamos muy aceptados localmente. Estamos entre los primeros lugares en un mercado competitivo que también es bueno para el consumidor, porque no solo se debe ver la cuestión de precios, sino también mejorar cada vez más en calidad. Eso es lo que más se ve en el consumidor nacional”, subrayó.
Materia prima. Aprovechó para realizar una reflexión, al resaltar la importancia de contar con una buena materia prima, como la base para un producto final de calidad. “Muchas veces sentimos que el consumidor responsabiliza a la industria por una harina de baja calidad. Es porque el trigo vino con calidad inferior. El año pasado tuvimos ese problema, porque hubo mucha lluvia que afectó a la hora de tener un trigo de calidad”.
Para esta temporada no previó cómo sería la calidad del cereal, porque todavía había mucho en el campo sin cosechar. “Lo que sí puedo comentar es que los socios de la cooperativa y nuestros proveedores se esmeran para tener una calidad de ‘trigo panadero’, no como en otras zonas en donde se cultiva para tener algo en el invierno. Nuestros proveedores tratan bien para tener buena calidad en el campo para que tengamos la mejor harina”, concluyó.
Los molinos en Paraguay tienen la destacada tarea de brindar uno de los alimentos más nobles del ser humano como son los panificados, a lo que suman otro rubro demandado ampliamente por el consumidor local como son los fideos. En ese sentido, la industria harinera local entiende el compromiso de la constante adaptación a los desafíos, con nuevas inversiones y ampliaciones para satisfacer las necesidades internas.
Por ello, el equipo de Campo Agropecuario Multimedia visitó la planta industrial de la marca “Sol Blanca”, en J. E. Estigarribia (Caaguazú), una de las zonas más agroindustrializadas del país. En la ocasión, Karl Buhler, gerente general del molino, brindó las explicaciones. Indicó que existe una fuerte interacción con los socios de la Cooperativa Sommerfeld, productores de trigo, quienes en gran mayoría proveen la materia prima a la fábrica.
No obstante, atendiendo el volumen que procesa la planta, esa provisión se complementa con la compra de terceros. Sobre todo, porque en el 2021 se realizó una ampliación y modernización de la industria. “Estamos con una capacidad instalada de 320 toneladas de trigo por hora y el rendimiento industrial depende de la calidad del cereal, aunque por lo general está en torno al 74 %, la obtención de harina”.
El resto termina como afrecho, semolín o derivados integrales, igualmente muy demandando por panaderos y confiteros. Además, el molino respeta los ciclos del trigo cosechado, con un tiempo de reposo recomendado para que el proceso de obtención de harina sea el mejor. A esto la visión empresarial e innovadora hizo que “Sol Blanca” amplié sus horizontes hacia nuevos desafíos, por lo que incorporó la fabricación de fideos.
“Tenemos la línea de ‘cortado’, ‘spaghetti’, ‘cinta ancha’ y, como novedad, el fideo tallarín. Este todavía no producimos ‘a full’, porque estamos empezando y queremos avanzar paso a paso, que la gente conozca. En términos de procedimientos, requiere de una línea independiente, por lo que también estamos con un volumen pequeño. Lo bueno es que la gente está aceptando y eso permite seguir avanzando”.
Actualmente esta línea de tallarines opera para una producción de 200 kg por hora. “Es un producto que no se vende a gran volumen, pero es constante, siempre se pide, porque es muy tradicional. Realmente estamos muy satisfechos por poder contar con esta propuesta también para el consumidor nacional”. Otra apuesta importante fue la planta gastronómica, en el 2018 y la elaboración de galleta molida de gran distribución en todo el país.
“La planta gastronómica está en la ciudad y vemos como la gente a partir de eso mira diferente. Observan realmente el empeño, el ingenio de lo procesado, sumado a un manejo sanitario y transparente, porque tenemos un laboratorio a la vista para que el público vea y genere confianza en ellos de lo que representan nuestros productos”.
La inversión igualmente se dio en infraestructuras. Uno de los puntos fuertes de “Sol Blanca” es su red de sucursales. Buhler resaltó la renovación de hace un año y medio de la unidad en Minga Guazú (Alto Paraná). “Una instalación para todo el público de Ciudad del Este, Hernandarias y alrededores. Atendemos desde aquí con camiones grandes y tenemos una flota pequeña para esa zona”.
También resaltó la renovación hace un par de años de la sucursal en Capiatá, con una inversión que prácticamente significó tener una casa nueva. Actualmente siguen las tareas en la de Mariano Roque Alonso, pero ya está en fase final, con algunos detalles. Se amplió el depósito y se construyeron nuevos espacios que incluyen áreas de confort y para compartir entre los colaboradores, así como otras comodidades.
“Seguimos en renovación. Realmente en los últimos 8 o 9 años, cambiamos totalmente modernizamos, fachada, comodidad del personal. Eso se siente en el grupo, queremos que los colaboradores de ‘Sol Blanca’ también tengan esos espacios para estar mejor”. Otra inversión en el molino fue incluir nuevas tecnologías en el secador de granos, mejorando así la anterior, más tradicional y optimizando la calidad del producto.
“Estamos satisfechos de tener esa clientela buena a nivel país. Queremos proceder siempre con el mejor producto posible. Estamos muy aceptados localmente. Estamos entre los primeros lugares en un mercado competitivo que también es bueno para el consumidor, porque no solo se debe ver la cuestión de precios, sino también mejorar cada vez más en calidad. Eso es lo que más se ve en el consumidor nacional”, subrayó.
Materia prima. Aprovechó para realizar una reflexión, al resaltar la importancia de contar con una buena materia prima, como la base para un producto final de calidad. “Muchas veces sentimos que el consumidor responsabiliza a la industria por una harina de baja calidad. Es porque el trigo vino con calidad inferior. El año pasado tuvimos ese problema, porque hubo mucha lluvia que afectó a la hora de tener un trigo de calidad”.
Para esta temporada no previó cómo sería la calidad del cereal, porque todavía había mucho en el campo sin cosechar. “Lo que sí puedo comentar es que los socios de la cooperativa y nuestros proveedores se esmeran para tener una calidad de ‘trigo panadero’, no como en otras zonas en donde se cultiva para tener algo en el invierno. Nuestros proveedores tratan bien para tener buena calidad en el campo para que tengamos la mejor harina”, concluyó.