Ferreira señala que el crecimiento de Brasil en la producción sojera está comenzando a afectar la posición de Paraguay en ciertos mercados clave, como Argentina. Tradicionalmente, la soja paraguaya era utilizada para elevar los niveles proteicos en la industria argentina, pero ahora la soja brasileña está ocupando ese mismo lugar. Esta situación debe impulsar a Paraguay a reconsiderar sus estrategias de venta.
“Paraguay tendrá que ajustar sus fechas de venta y comenzar a vender de una manera diferente a la que se venía practicando hasta ahora,” afirma Ferreira. El economista subraya que, con los precios en descenso, los puntos de equilibrio para los productores han aumentado considerablemente, lo que está generando un impacto significativo en la rentabilidad del sector.
Punto de equilibrio. Para que un productor pueda cubrir sus costos se sitúa actualmente entre 2.500 y 2.600 kilogramos por hectárea, cifras elevadas que podrían bajar si los precios mejoran a medida que avanza la campaña. Ferreira sugiere que los productores deberán vender una cantidad suficiente para cubrir sus costos financieros iniciales y luego considerar la opción de almacenar parte de la producción, con la esperanza de que los precios mejoren.
“Es probable que los productores deban cambiar su enfoque hacia la comercialización”, sostiene Ferreira. La situación actual exige un aumento en los niveles de eficiencia en todas las etapas del proceso productivo y comercial.
Perspectivas. Al analizar la situación del producto paraguayo, Ferreira observa que, aunque el sector logró recuperarse en 2023, las tasas de interés siguen siendo altas y la cosecha 2023-2024 no ha sido la más favorable en términos de precio. “Hay zonas muy complicadas,” advierte, y enfatiza que el clima continúa siendo un riesgo que los agricultores paraguayos están acostumbrados a manejar, pero ahora enfrentan un riesgo adicional: la volatilidad de los precios.
Adaptarse a nuevas realidades
En conclusión, Ferreira subraya la importancia de la eficiencia como un factor clave para la sostenibilidad en la nueva campaña sojera. Recomienda una gestión cuidadosa de las ventas y minimizar la dependencia del financiamiento externo para evitar un mayor estrés financiero. “Se está sumando un riesgo nuevo al que ya teníamos antes”, alerta Ferreira. Al riesgo climático, que siempre ha sido parte del negocio agrícola, ahora se agrega la presión de los precios internacionales, donde Brasil está jugando un rol cada vez más dominante.
Este análisis resalta la necesidad de una mayor adaptabilidad por parte de los productores paraguayos, quienes deberán ajustar sus estrategias no solo para enfrentar la competencia brasileña, sino también para navegar en un entorno económico marcado por la incertidumbre y la volatilidad.