Notas

31/05/2020

FLORES & COVID-19 Pasar el invierno, pensar en la primavera

La pandemia también impone una dura temporada para los floricultores quienes, como todos los vinculados al agro, pese al escenario adverso, no paran y siguen renovando sus cultivos a la espera de tiempos mejores. Una actividad en la que cabe el término “pasar del invierno a la primavera”, al prepararse ahora, pero con la expectativa puesta en resultados más exitosos, sobre todo con la demanda en la temporada alta del segundo semestre del año.

El Covid-19 deja sus secuelas también en los productores de flores. La tradicional temporada alta para el comercio de este cultivo, que incluye la mayor demanda por festejos como el Día de las Madres, no presenta el mismo escenario que años anteriores, y las ventas decayeron considerablemente, según los productores de flores del departamento Central. Sin embargo, el sector mantiene su confianza y la expectativa por una mejoría para el segundo semestre.

Para conocer más en detalle, se visitó la parcela de Miguel Leguizamón, en la zona de Itauguá Guazú, lugar estratégico por las cercanías a uno de los puntos de mayor densidad poblacional a nivel país. La familia Leguizamón se dedica al cultivo de flores desde hace más de un cuarto de siglo. Como actividad, arranca hace 28 años, con la fundación de la escuela de floricultura en Yaguarón (Paraguarí). En tanto, desde hace 26 años cultivan en forma ininterrumpida las diversas flores.

Según las explicaciones de Miguel Leguizamón al equipo de Campo Agropecuario Multimedia, entre las variedades producidas están crisantemo, áster, margaritas y, en los últimos tiempos, girasol que, como otras, florecen en otoño – invierno. Los cultivos implantados a fines de enero, actualmente están en floración. El crisantemo florece de mayo a diciembre y constituye el de mayor extensión en su parcela. Se comercializa a unos 40.000 guaraníes el paquete de unas 20 varas en finca.

Miguel Leguizamón.

Los girasoles ornamentales, la última incorporación en la parcela, también están en producción y se cotizan a 50.000 guaraníes la docena. El áster se ofrece a 20.000 guaraníes el paquete, así como la garbera comercializada tanto a 20.000 guaraníes como a 25.000 guaraníes. El mayor mercado está en el Gran Asunción y los interesados retiran de finca, principalmente para ser ofertados en los campos santos. Con las florerías el negocio es en menor escala, ya que estas se surten de mercados externos.

Otro dato compartido por Leguizamón es que también dan valor agregado a sus cultivos, preparando arreglos y coronas de flores. Otro punto de ventas tradicionales constituye los cruces semafóricos, como algunos de Itauguá, Capiatá, San Estanislao y Villarrica, aunque con perjuicios económicos este año por la coyuntura sanitaria y las restricciones al comercio en la vía pública, a inicios de las disposiciones oficiales, al no poder lograr los resultados deseados.

Producir en cuarentena y sin apoyo

Y todo esto con el impacto en los márgenes de ganancia, dado el costo de producción alto, al producir su propia semilla. En el caso del crisantemo, que constituye el principal cultivo, se cuenta con las plantas madres de las que multiplican su propia semilla. A esto se debe sumar los cuidados fitosanitarios, ya que las parcelas igualmente sufren de algunos ataques de plagas, que no es fácil manejar. En tanto, el girasol todavía presenta un mercado muy limitado.

La familia Leguizamón reconoce que, a pesar de prepararse para ofrecer lo mejor de sus parcelas para la reciente celebración del Día de la Madre, el movimiento comercial no es el deseado. Las ventas se tornan lentas, las tradicionales salidas de estos productos, como los eventos sociales, con gran demanda de esta materia prima, para la decoración, por el momento permanecen reducidas si no paralizadas por la cuarentena sanitaria establecida por las autoridades.

Desde la implementación de la cuarentena como consecuencia del coronavirus tipo Covid-19, las ventas reflejan una caída de hasta el 80%. “Actualmente no hay mucha plata y salir a la calle es problema, por eso nos limitamos en la venta en fincas”, comparte Miguel Leguizamón. La comercialización actual se limita a la finca lo que disminuye los ingresos de los floricultores y a esto se suma otro punto débil por el que los floricultores reiteran el pedido de más atención.

La inquietud de esta familia refleja a todo un sector que reclama más apoyo, sobre todo porque es difícil subsistir con este rubro, ahondado con la ausencia total del Estado en cuanto a asistencia y con el agravante de la competencia desleal ante el ingreso de contrabando. “La función del Estado es crear las condiciones y eso no ocurre”, reclama el floricultor, mientras pone todo de su parte para cumplir con las normativas vigentes y ofrecer al mercado un producto de calidad.

Finalmente, una luz de esperanza aparece en un futuro inmediato. Si bien, la actividad se adecua a la coyuntura y continúa en la parcela con menor número de personal y reducida área, la mirada está puesta en la segunda temporada alta del año, al incluir la primavera, época de buena producción, y a celebraciones como la de los días 1 y 2 de noviembre, donde la comunidad católica recuerda a Todos los Santos y a los difuntos, respectivamente.

De cómo se desempeñe ese segundo semestre dependerá que la floricultura tenga un balón de oxígeno para no decaer y avanzar, puesto que los productores de flores, como muchos agricultores, siguen apostando por su rubro, el que conoce y el que tiene mercado, en medio de mucha incertidumbre. “Siempre es un desafío, ojala que esta situación nos dé una lección”, son sus palabras finales, mientras el equipo de Campo Agropecuario Multimedia recorre una vez más por una alfombra de colores y aromas.